2 de mayo de 2015

Mis conclusiones del Camino

Cuando hablo con alguien sobre mi experiencia en el Camino de Santiago, me cuesta mucho saber transmitir lo que siento cada vez que voy. Siempre encuentro una gran diferencia entre hablar con alguien que ha ido, a cuando lo hago con una persona que me pide consejos para ir.

Podría optar ahora por no mirar de concluir aquí nada ya que en cada etapa descrita, os he explicado aquello que más me llamó la atención....pero no sería una narración completa. Creo que va a ser como un cuadro impresionista, lleno de pinceladas individuales que en principio parecen solitarias y que luego forman un conjunto armónico.

Primera pincelada: los paisajes que vas encontrando. Estar en contacto con la naturaleza de una forma tan lenta, ver al horizonte los tejados de unas casas a los que vas viendo crecer conforme te vas acercando. Pasar por verdes prados, fijarte como el viento los mueve asemejando un mar verde que medio te hipnotiza. El viento, como el agua, siempre me ha traído una sensación buena, un mariposeo al sentirlo en la cara o la espalda....y ahí lo tuve tantas veces.
Luego las llanuras, interminables y en varios momentos cansadas, pero que acabas recordando como pruebas superadas. Ver a lo lejos otros peregrinos a los que no distingues, pero que acabarás coincidiendo en algún bar no muy lejano.


Segunda pincelada: las personas. En mis, hasta ahora, cuatro años yendo al Camino he podido conocer a tanta gente maravillosa. Compañeros de México que sigo guardando en el corazón, amigos de Zaragoza, el gran equipo de Brasil con un corazón tremendo y una capacidad para emocionar con las palabras que dura hasta hoy, más amigas de Brasil, matrimonio finlandés con quien debatir sobre vivencias, unos amigos coreanos que me ofrecían la opción de hablar sobre religión puesto que uno de ellos era cura, risas con la gente de Extremadura, pacharanes con un amigo residente en Italia que volvía a Brasil, risas con la amiga italiano-inglesa, enamorarme de Portugal y luego dejar marchar pero saber que viví una experiencia a recordar, compartir intimidades con el amigo de Madrid, dialogar con tanta gente.....unos con quien simplemente coincides para unas palabras, otros con quien hablas como si te conociera de toda la vida, gente que se abre a ti y a la inversa.
Compartes no sólo eso, sino que te une el esfuerzo de caminar kilómetros tras kilómetros, de que te cedas agua en ocasiones, que te dejes un medicamento o te ayudes en algo banal para la vida cotidiana, pero tan importante allí. Vivencias que no olvidaré nunca y que me despiertan sonrisas al recordarlas.


Tercera pincelada: tu propio yo. No hablo de encontrarse a uno mismo, aunque también pudiese ser. Hablo de poder estar contigo sin compartirte con nadie más, de tenerte para disfrutarte tu y no tener que pensar en las decenas de cosas que nos acompañan en nuestro día a día. Tu única preocupación es saber cuantos kilómetros harás ese día, y ni tan solo eso puesto que habrá días que pienses una distancia y hagas otra que será menor o mayor dependiendo de tus fuerzas. Pararte a tomar algo cuando tu cuerpo o el paisaje te lo pida. Sentirte satisfecho por haber conseguido recorrer un nuevo tramo que resta al total de kilómetros de tu contador. Tener tiempo para pensar en ti, o para simplemente no pensar en nada.

Imagen obtenida de Google
Cuarta pincelada: lo bueno de lo precario. Llevas 10 kilos a tus espaldas y descubres que no necesitas mucho más que eso para pasar todo un mes de tu vida....quizá incluso podrías no necesitar mucho más para pasar varios meses. Eso te da también otra perspectiva sobre el valor de las cosas, sobre las propias ambiciones por las que muchas veces luchas durante horas, días, meses de tu vida.
En ese mismo sentido, valoras cosas como llegar y tener una ducha confortable, una cama cómoda y un poco de conversación. Cuando al llegar a un albergue te ofrecen un te frío mientras toman tus datos, cuando en el Camino haces alguna parada para reponerte y los peregrinos que pasan te preguntan si estás bien o necesitas algo, cuando tu misma al ver unos pies doloridos le ofreces tu vaselina, cuando un dolor te impide seguir y ves como tus compañeros te dan algún calmante o se esperan contigo, cuando alguien te pide compartir un vino y charlar un rato....todas esas pequeñas cosas que te llevas y que te llenan.

Quinta pincelada: lo auténtico. Hay gente que cuando le hablo de todos estos temas, me dice que son muy irreales y que la gente no actúa así en la vida normal, que nosotros mismos somos diferentes, etc. Yo no se que creer puesto que no se juzgar cuando somos más reales o menos. He tenido conversaciones sorprendentes, personas que se han abierto a mi contándome temas personales e íntimos que no hubiesen salido en otro ambiente. ¿Es por eso menos real? O quizá, precisamente ahí una persona te abre su caparazón habitual y se deja llevar en parte por estar ocupado en sí mismo, en parte por sentir que allí nada nos ata y que puede ser que no volvamos a vernos en un futuro temprano. Gracias a los que me disteis esa confianza.


En varias ocasiones me preguntaron porque iba yo al Camino, y era extraño porque exceptuando mi última ocasión, el resto simplemente sólo fui porque me encanta y porque no me cansaría de volver a hacerlo. Por ese motivo, en breve quiero empezar el Camino del Norte o el Inglés y lo único que espero es disfrutarlo de la misma manera que lo hice en el Camino Francés.

¡¡¡¡Buen Camino a todos!!!!

TODO EL CAMINO DE SANTIAGO AQUI

No hay comentarios:

Publicar un comentario